lunes, 31 de diciembre de 2007

Partidas de Nacimiento (2)

Creedence Clearwater Revival: en honor al “líquido elemento”
En un principio eran The Golliwogs, pero en diciembre de 1967 el destino del grupo tomaría otro cauce. Según cuentan, Creedence, un amigo de John Fogerty, cabeza de la banda, contó a los miembros del grupo que había visto en la televisión un aviso de una marca de cerveza, en el cual se ensalzaba la pureza y calidad del agua empleada para su elaboración. A este dato cristalino y transparente, John le agregó una especie de revival que estaba sintiendo en el ambiente sesentero (provocado quizás por algunos litros de esa bebida espumosa, dorada y hecha con aguas claras). Todo ello entró a un cilindro y dio lugar al inmortal nombre: CC Revival.


Grand Funk Railroad: la banda americana
Banda estadounidense formada en 1969 por Mark Farner (vocalista, guitarra), Don Brewer (vocalista, batería) y Mel Schacher (bajo). El largo nombre, el mismo que con el tiempo sería objeto de controversias y disputas judiciales entre los miembros del grupo, nace como un homenaje a la Grand Trunk Western Railroad, una conocida y antigua línea ferroviaria de Michigan, de donde la banda es originaria.

Jefferson Airplane: el mejor amigo del conejo (blanco)
Años 60. Jorma Kaukonen, miembro del movimiento hippie, era un devoto fan de varios músicos que intentaban hacerse de un espacio dentro del mundo del blues. Uno de esos blueseros tenía un perro llamado Blind Thomas Jefferson Airplane. Jorma pensó que era un buen nombre y se lo propuso al resto del grupo. Estos decidieron que The Jefferson Airplane sería provisional, hasta que encontraran otro nombre. Llegado el día del debut, Grace Slick y los otros miembros del grupo tenían ocupadas sus cabezas con otras cosas, así que optaron por lo más simple: quedarse con parte del nombre del noble can, sin darle regalías ni nada por el estilo.

Joy Division: unidos por la infelicidad
De origen tan sangriento y oscuro como el trágico final de su cantante y líder, Ian Curtis, Joy Division o La División de la Alegría, era el nombre por el cual llamaban a las jóvenes deportadas obligadas a prostituirse para servir a los oficiales nazis, durante la Segunda Guerra Mundial.

Rage Against the Machine: globalifóbicos
La Furia Contra la Máquina fue el nombre inventado por Zack de la Rocha mientras pertenecía a un grupo de hardcore llamado Inside Out. Cuando el grupo se desintegró, Zack conoció a Tom Morello y formaron Rage Against The Machine, nombre que les pareció más acorde con el tipo de música e ideas que pretendían difundir. La Máquina representaba para ellos la globalización, el neoliberalismo, la alienación, el racismo, la brutalidad, la élite y la ignorancia.

Shocking Blue: demonios azules
Nombre inspirado en Strange Brew, canción compuesta por Eric Clapton en 1967 y cuyo párrafo inicial dice lo siguiente: She’s a witch of trouble in electric blue, in her own mad mind she’s in love with you. With you. Now what you gonna do? El grupo holandés adoptó este nombre antes de que la cantante húngaro-alemana, Mariska Veres, formara parte de la banda y se convirtiera en su principal imán de atracción, no sólo por su exótica belleza, sino porque su voz le impregnó al grupo de tonos soul y R&B, combinados con elementos psicodélicos muy en boga por esa época.

Supertramp: extra-vagancia
Sacado del libro Autobiografía de un Supertramp, del escritor galés, William Henry Davies (1908), que es un cuento sobre un británico que recorre Estados Unidos siendo un vagabundo.

The Cars: hits sobre ruedas
Calificada como la quintaesencia del new wave de finales de los setentas, los inicios de The Cars estuvieron orientados al folk y se hacían llamar Milkwood. Una vez trasladados a Boston, Rick Ocasek y Ben Orr, fundadores del grupo, llamaron al grupo Richard and the Rabbits (¿?). Luego decidieron llamarse Capitán Swing o Cap’n Swing, para luego, una vez que tuvieron listo el arsenal de canciones de lo que sería su primer álbum, adoptaran el definitivo The Cars, nombre fácil de pronunciar y que contenía el verdadero arte pop que cultivaban.

The Who: ¿quién canta?
Empezaron llamándose The High Numbers, pero optaron por The Who, porque sería fácil de fijar en la memoria de la gente, aunque igual les crearía una confusión del infierno al preguntarse quienes son y qué hacen. La primera propuesta de Pete Townsend, guitarrista de la banda, fue The hair and the who, aunque fue descartada porque -según dijeron- el nombre sonaba a nombre de pub, pero tal parece que eso de hair, no iba para nada con la temprana e incipiente calvicie de Townsend.

Velvet Underground: fondo aterciopelado
El nombre proviene de un libro sobre sadomasoquismo escrito por el irlandés Michael Leigh. Cuentan que Lou Reed encontró el texto de casualidad cuando se encontraba en plena mudanza a su apartamento en Nueva York. El nombre le gustó porque evocaba el cine “underground” y calzaba con el estilo que se le pensaba dar al grupo.

WASP: ni avispas, ni racistas, sólo pervertidos sexuales
El nombre no tiene nada que ver con las laboriosas avispas, ni con el grupo social estadounidense conocido como Blancos Anglosajones y Protestantes, en inglés, White Anglo Saxon Protestant (WASP). En realidad, el nombre obedece a otro tipo de siglas, bastante menos ofensiva que la última: We Are Sexual Perverts (Somos unos pervertidos sexuales). Pasadazos!!


(Continuará...)

sábado, 22 de diciembre de 2007

Partidas de Nacimiento

Para bautizar apropiadamente a una banda o grupo se requiere poseer el ingenio para encontrar la palabra o frase más adecuada, que logre llamar la atención e hipnotice a la gente en un santiamén. El nombre de una banda debe tener la justeza para reflejar la esencia de la propuesta musical y, por supuesto, poseer el “feeling” y el “caché” para vender, hablando tanto un sentido musical como de mercadeo.

Un nombre puede surgir de la inspiración en una décima de segundo. También como producto de un sueño que a lo mejor se tuvo hace meses, pero que, en el momento menos esperado, aflora en la mente. En ocasiones, hallar el nombre puede tomar horas, días, semanas, inclusive años, antes de dar en el blanco. Muchos grupos tocan y ensayan por largo tiempo en el garaje hasta que logran hallar esa identidad musical deseada, aunque no son capaces de ponerse de acuerdo para encontrar ese bendita etiqueta. En esos casos se espera que la Santa Casualidad haga el milagro para que algún miembro del grupo encuentre esa palabrita o expresión en un aviso en el periódico, escrito en un baño o en un cartel gigante al costado de la autopista.

En fin, historias sobre cómo parir un nombre deben haber muchas. Aquí presentamos una breve lista de historias de bandas que alcanzaron la gloria, en parte, gracias a ese sello distintivo con el que un día decidieron darse a conocer al mundo. Y vaya que lo lograron.


Aerosmith: hijo del ocio
En un principio se asoció el nombre de la banda con el de de la novela El doctor Arrowsmith (1925), del escritor estadounidense Sinclair Lewis. La autobiografía del grupo titulada Walk this way (1997), develó el misterio. En uno de sus capítulos, el baterista Joel Kramer cuenta que se le ocurrió el nombre mientras disfrutaba de un rato de ocio en la escuela y jugaba con varios nombres para bautizar a su banda de rock soñada. Entre sus nombres predilectos todos empezaban con Aero, así que -según cuenta- apareció el Smith, apellido tan común en Norteamérica, al igual que Pérez, Sánchez o Rodríguez en América Latina.


Alice Cooper: “sons of a witch”
Alice Cooper fue el nombre de una bruja que habría vivido en el siglo XVII, y que, supuestamente, se reencarnó en Vincent Furnier, líder y cantante del grupo. Cultores del hard rock, con magistrales fondos sinfónicos y, principalmente, pioneros del shock-rock, Alice Cooper fue en los setentas lo que hoy es Marilyn Manson o Rob Zombie. Sus recitales se caracterizaron por sus puestas en escena pletóricas de escenas sangrientas en la que más de una vez -según afirman testigos- se han sacrificado desde gallinas hasta gatos. Vincent continúa desmintiendo esas versiones hasta el día de hoy.



Deep Purple: abuela lo sabe todo
La abuelita del virtuosísimo Ritchie Blackmore solía cantar en la cocina, mientras preparaba un pastel, una canción titulada Deep Purple; tema romántico de 1963 compuesta por los desconocidos Nino Tempo y April Stevens. De suave cadencia, la canción era la antítesis de lo que su “pequeño” Ritchie estaría a punto de emprender años después. Al parecer, cuando Blackmore propuso el nombre los miembros del grupo se entusiasmaron y decidieron adoptarlo en lugar del que tenían hasta ese momento: Concrete God. Bien dicen que en los más duros momentos, siempre está la familia para darnos una manito.



Dire Straits: (casi) nada de dinero
Es increíble que una frase que se suele utilizar en tiempos poco felices, suene tan bien en el idioma de Shakespeare. “Situación complicada”, “Andar estrecho de dinero” o “al borde de la quiebra” son las acepciones de Dire Straits. De ello se aprovecharon los hermanos Knopfler, Mark y David, para bautizar a un grupo que, años más tarde, pasarían a formar parte de la gran enciclopedia del rock and roll, gracias a canciones como Sultans of swing, Ladywriter, Money for Nothing, Brothers in arms y muchas más.


Duran Duran: por amor a Bárbara
Inspirado en el malvado científico loco Durand Durand, disparatado personaje de la película Barbarella (1968). Según el guión de la película, Durand Durand pretendía utilizar el letal “rayo positrónico”, capaz de transportar a cualquier ser vivo a la cuarta dimensión. Digamos que las canciones de Simon, John, Andy, Nick y Roger lograron transportar a varias generaciones a otras dimensiones más generosas que lo pretendido por el científico loco, enemigo de la sensual Jane Fonda en el film.



Lynyrd Skynyrd: al maestro con cariño
Pronúnciese Lener Eskener. Su nombre rinde homenaje al profesor de gimnasia del colegio mayor de Jacksonville, Florida, Leonard Skinner, quien odiaba el look pelilargo e hirsuto propio del hippismo. Años después, fue el propio maestro Leonard Skinner, quien presentó a la banda en un concierto celebrado en su ciudad natal. Las vueltas que da la vida.

Red Hot Chilli Peppers: broma picante

El nombre es una parodia que hicieron “Flea” y Kiedis a la banda británica de inicios de los setentas, Chili Willi and the Red Hot Peppers, poco conocida por estos lares, pero con cuajadas interpretaciones en las que mezclaban rock & roll, R & B, country y folk.

Siniestro total: renacer
Lo que le ocurrió a este grupo español es una demostración real de ese adagio que dice: una crisis conlleva a una oportunidad. Sucede que antes de llamarse Siniestro Total, este grupo punk, originario de Vigo, España, llevaba puesto el kilométrico nombre de Mari Cruz Soriano y los que afinan su piano, con nula resonancia. El 20 de agosto de 1981, la banda sufrió un accidente carretero, sin consecuencias mortales, aunque el coche quedó en tan terrible estado que la compañía aseguradora lo declaró “siniestro total”. Tiempo después, los integrantes sintieron que habían nacido de nuevo, cambiaron de apelativo, vinieron los éxitos y hasta ahora no han parado de bailar sobre la tumba de la tal Mari Cruz Soriano, única víctima fatal de ese "afortunado" accidente.

Tears for Fears: los chicos lloran y gritan
Algún DJ ochentero los llamó Lágrimas de Cocodrilo. Craso error, porque el nombre tiene un origen más profundo y psicológico. Este proviene de una frase sacada de la obra de Arthur Janov, The Primal Scream (el grito primario), que trata de las emociones. En la obra se dice que llorar es un buen método para aliviar miedos y neurosis. Los chicos deben haber estado convencidos de la obra de Janov, aunque más adelante, ellos mismos lanzaron su propia teoría sobre el grito (Shout); fórmula que los ayudó a dejar atrás temores y angustias, sobre todo económicas.


(Continuara...)

martes, 4 de diciembre de 2007

Stereo Lima 20 (2da parte)

En 1987, Lima se había convertido una auténtica ciudad de la furia. Eran tiempos en los que la vida no valía un ápice. En cualquier momento tu cuerpo podía estallar en pedacitos si te encontrabas junto a un auto colmado de anfo o dinamita. Los vehículos portatropas se paseaban por Lima levantando jóvenes, casi siempre pobres y de aspecto andino. El toque de queda, decretado por el mismo señor que hoy gobierna, obligaba a todos los ciudadanos a guardarse temprano en casa. La vida nocturna había sido abolida de la faz limeña. Sin embargo, lo que las autoridades no previeron fue que, gracias al enorme despliegue mediático, el recital de Soda Stereo se convertiría con el paso de los días en un evento de envergadura que congregaría a miles de jóvenes, no sólo en Lima, sino también en provincias.

Ese día viernes 19 de junio, Lima amaneció nublada y con una noticia alarmante que ensombreció mucho más los ánimos de la temerosa ciudadanía: el entonces ministro de Justicia (cuyo nombre y cara no quiero acordarme, pero que, probablemente, ocupa un puestazo en el gobierno actual) lanzó un comunicado a la población alertando que Sendero Luminoso ejecutaría una serie de atentados en varios puntos de la capital, por lo que sería conveniente que la gente se quedara en sus hogares. Muchos hicieron caso al comunicado y no asomaron ni sus cabezas por sus ventanas.

Pese a las intimidaciones de los “terrucos”, los organizadores del recital decidieron seguir adelante. Las puertas del coliseo Amauta se abrieron cerca de las 4 de la tarde, aunque las largas filas de chicos y chicas ya habían comenzado a armarse desde ese mediodía. Una que otra tanqueta con algunos efectivos verdes estaban apostados en las esquinas, vigilando que no ocurriera nada anormal. Al final, en lugar de matar “terrucos”, los uniformados se dedicaron a espantar a varazos a los vendedores de “colas”.

Mientras las largas filas circundaban el coliseo y avanzaban con lentitud, algunas madres de familia llegaban con rostros asustadizos al lugar. Rogaban a los policías para que suspendieran “¡por Dios!” el espectáculo, porque “los terroristas habían amenazado con poner bombas”. A los guardias no les quedaba más remedio que mandarlas a la entonces Prefectura de Lima, a ver si allí les hacían caso “porque aquí todo está normal, señora”. Otros padres, más severos aún, llegaban con cara de pocos amigos en busca de sus hijos y llevárselo a casa. Algunos lo lograron, otros tuvieron que rendirse y pegar la vuelta ante la férrea resistencia de los adolescentes y el “roche” de quienes se ganaban y carcajeaban con la reprimenda.

Imágenes retro
Una vez en el interior del coloso, chicos y chicas fueron poblando la platea y la pista central, sí, justo allí donde se desarrollaban los espectáculos circenses de julio y agosto de cada año. El ingreso del público era rápido. Todos querían la mejor ubicación. Poco a poco, a medida que pasaban los minutos, el lugar tomaba la forma justa para que en cualquier momento estallara en llamas. En la parte baja, cerca al escenario, las infaltables broncas entre sujetos borrachos y/o fumados, así como el popularísimo “pogueo” avizoraban un clima candente.

Luego de más de dos horas de espera, casi sordos por el elevado volumen que salía de los gigantescos parlantes, el recinto se oscureció por completo. “Por fin” dijimos. ¡Ya! Sin embargo, recordamos que a la “fiesta” también habían sido invitados como teloneros los nacionales de Feiser, así que, en abierto apoyo al (re)naciente rock peruano y haciendo causa común al lema “gerardomanuelista”: son peruanos y son buenos, había que escuchar y aplaudir a los que estaban en el escenario. En ese momento, Feiser había logrado ubicar un par de canciones en las radioemisoras juveniles más populares en ese momento. Pese a que, ni entonces ni ahora ni nunca, Alamo Pérez Luna, su dizque vocalista, tenía la voz apropiada para cantar rock, igual la gente coreaba sus canciones. Pero fue la última, Dame una salida, la que desató el mayor furor de la concurrencia, no por ser un “hitazo” ni nada por el estilo, sino que a esas alturas de la noche todos deseábamos con ansias que Alamo y sus tres excelentes músicos acompañantes (he de reconocerlo), encontraran una salida y se largaran para empezar de una vez con el rito de soda.

Ahora sí, cuando el ambiente oscureció nuevamente y los reflectores pintaban el ecran con una tonalidad similar a la tapa del Signos, las siluetas de Cerati, Zeta, Alberti y, su tecladista invitado, Daniel Saiz tomaron sus respectivas ubicaciones. Al igual que en sus presentaciones previas en Argentina y Chile, el suave guitarreo acústico fue la señal de que Signos sería el tema que abriría el espectáculo.

Canción animal
Basándome en algunas memorias prodigiosas que circulan por internet, puedo enumerar las siguientes canciones presentadas esa noche: Imágenes retro, Estoy azulado, No existes, Si no fuera por…, Final caja negra, El Rito, Trátame suavemente, Persiana Americana, Prófugos, Juego de seducción, Cuando pase el temblor, algunas otras y, como fin de fiesta, Nada personal y el Vita-set.

Recuerdo que la parte delantera, casi al borde del escenario (en ese tiempo no existía zona VIP), estaba poblada al inicio casi en su totalidad por chicas. Conforme pasaban los minutos y el estrujamiento empeoraba, los paramédicos (o lo que sea, no existían los fortachones 911) las fueron extrayendo una por una: algunas salían por sus propios medios pero con las ropas rasgadas, otras con severos ataques de nervios y en lágrimas y, una que otra sin sentido. A la mitad del concierto yo estaba ubicado a un metro del escenario, feliz de estar cerca a mis ídolos. No me importaba la falta de aire, pegarme a los sudores ajenos, los decibeles al máximo ni que estallaran en mis oídos. Era yo y mi pasión, no contaba nada más.

Final Caja Negra
Esa noche salí solo del Amauta rumbo a casa. A mis amigos los perdí quizá en la estrofa de alguna de las canciones. Entre el recuento de daños producto de tan eufórica jornada figuran el haber sentido el peor dolor de oídos de mi vida, un seseo constante que abandonó mis tímpanos una semana después y un moretón en el muslo izquierdo producto de la “gomeada” que un policía me propinó mientras éste repartía golpes intentando alejar a los “colones”. Pese a las magulladuras, igual regresé al día siguiente a la segunda presentación. Fiel al “castigo”, me dispuse a pasar por el mismo trance que el día anterior, aunque esta vez ya me fui a tribuna; bien acomodado y a escuchar con el poco oído que me quedaba el mismo y maravilloso repertorio de canciones. Cosas de fan, cosas de Soda.






sábado, 17 de noviembre de 2007

Manteniendo la línea

Contrario a lo que muchos aguardábamos, la noche del miércoles 14 de noviembre fuimos testigos de una versión distinta de aquel grupo que, años atrás, componía magistrales melodías poniendo en la licuadora ritmos como el jazz, el blues, el rock duro, el progresivo y hasta el funky, para extraer el zumo final que era la esencia de su ser.

Con esto no quiero decir que esa noche estos elementos hayan brillado por su ausencia, sino que en los casi 120 minutos que duró el espectáculo, la guitarra de Steve Lukather secuestró la noche, como queriendo demostrar que, pese a los años, el grupo está lejos de mostrar apatías y baja adrenalina -cosa que les sucede a muchas bandas clásicas- y, en cambio, quiso demostrar dureza en cada una de sus actuales y antiguas canciones como queriendo decir: aquí estamos, más robles que nunca.

En la pasada jornada del miércoles, en el Vértice del Museo de la Nación, Toto nos dio un paseó por casi toda su trayectoria musical, con un show en donde mezclaron temas nuevos de su reciente disco, Falling in between, con buena parte (no toda, lastimosamente) de su repertorio clásico. Aquellos que habíamos leído previamente sobre su gira mundial 2007 estábamos alertados: esta vez la grilla no incluía algunos hits radiales que hicieron delirar a las juventudes setenteras y ochenteras (como quien esto escribe) y, en su lugar, el grupo tendría que pasar la prueba de ser evaluado por un público que, por vez primera, escucharía la propuesta de su nuevo álbum. Y lo aprobó. Porque el poder seductor emanado de las guitarras estridentes y acústicas, junto al excelente complemento vocal de cuatro de sus integrantes, la explosiva percusión de Simon Phillips y el magistral teclado de marca Phillinganes lo hizo todo fácil. Toto presentó con singular maestría las canciones de su nuevo álbum, las mismas que gustaron desde el principio, en especial, Bottom of your soul, Taint your world, y la pieza que da título al disco.

Pero si bien el excelente inicio logró cautivar al respetable, éste esperaba desfogar sus ansias guardadas por muchos años al escuchar las primeras notas de las canciones que los hicieron mundialmente famosos. Y Toto no nos podía defraudar, pues éstas por fin llegaron provocando el delirio en la multitud, conformada por cuarentones y veinteañeros en estrecha alianza musical. Vinieron Pamela, Stop lovin’ you, Hold the line, Rossana, Isolation y, por supuesto, Africa, que cerró el show. Lástima que el repaso musical no incluyera otras melodías que en su debido momento fueron objeto de culto en la FM como Holyanna, Stranger in town o St. George and the dragon.

Antes del show, muchos nostálgicos extrañaban la a los creadores del grupo: David Paich, Michael Porcaro y, claro, el finado Jeff Porcaro. No obstante, los ahora titulares, el tecladista Greg Phillingannes, el bajista Leland (Saruman) Sklar, y Tonny Spinner, en la guitarra rítmica y apoyo vocal, reafirmaron su bien ganado prestigio en el universo del rock. Cada uno dejó por sentado que no por gusto acompañaron en el pasado a monstruos de la talla de Eric Clapton, Brian Ferry y George Benson, en el caso de Greg; y de Phil Collins, Jackson Browne y Rod Stewart, por citar algunos, en el caso de Leland. Nota aparte merece el desempeño del gran Greg, quien se metió al público en el bolsillo ni bien empezó el recital. El éxtasis llegó a su cúspide al ejecutar, a piano limpio y puro, un set de coplas del grupo en donde brillaron, una seguida de la otra 99, Georgy Porgy y Child’s anthem.

Fueron dos horas de incontenible emoción que largamente superaron al anterior show que dio el grupo en 1996. Y no es que esa vez su performance haya sido poco feliz. De hecho se llevaron buenos elogios de la crítica. Pero en el show de hace once años se sintió como si faltara una pequeña pieza en ese rompecabezas musical. Sucede que Toto, sin Kimball, no es Toto. Disculpen señores Lukather, Paich y Porcaro, pero el alma fuerte del grupo es, definitivamente, el talentoso Bobby. Lo demostró esta noche, pues fue el que mayor ovación recibió del respetable. Pese a que su registro vocal no es el mismo, tuvo el suficiente aire como para sacar adelante cada una de sus interpretaciones, sobre todo Hold the line. En conclusión, Toto le sacó brillo a la noche gris limeña y demostró que, pese a los años, sigue manteniendo la línea.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Stereo Lima 20 (1era parte)

Aunque para algunos lo correcto hubiera sido poner 12, yo le pongo 20, porque si bien Soda Stereo vino en 1995 para dar un recital en el campus de la Universidad de Lima, considero que la visita que realizó a Lima en 1987, hace 20 años (¡qué maduro que estoy!) fue la que desató mayor expectativa y furor, y la que ha quedado prendada en la retina y en los oídos de muchos chicos y chicas de mi generación.

Recuerdo que en 1987, las programaciones de algunas radios juveniles (Panamericana, 1160, Studio 92, entre otras) habían casi desterrado al pop/rock británico-estadounidense, cediendo terreno a la invasión del rock en castellano, hecho en esta parte del mundo, aclaremos. A muchas bandas y grupos de rock de España se les escuchaba desde hace varios años en casi todas las emisoras limeñas, tanto en la FM como en la AM.

Si no me falla la memoria, creo haber escuchado por primera vez a Soda Stereo en radio Doble 9, la radio rock de Lima (hasta ahora viva, gracias a Dios). Para 1986, las canciones de su primer álbum, con fuerte influencia Ska y letras relajadas y cómicas, llegaron a oídos del gran público a través de Studio 92, que comenzó a propalar Tele-k, Te hacen falta vitaminas y Sobredosis de TV. Fue por ese tiempo entonces, a los 16 años, edad en la que mis gustos musicales estaban dictados por la tiranía radial, que adquirí la "Sodamanía", enfermedad que hasta ahora padezco y del cual no quisiera sanar ni encontrar antídoto.

Recuerdo que Soda Stereo disputaba el primer lugar de popularidad con los españoles de Hombres G. No era una guerra, precisamente, porque existían (existen) muchas diferencias musicales entre ambos. Había también divergencias en cuanto a las características de sus seguidores. Me explico: mientras que la mayor parte de fans de Soda estaba conformada en su mayor parte por varones; los Hombres G eran seguidos (y perseguidos) por un abrumador porcentaje de chicas; veinteañeras, quinceañeras y hasta niñas de diez o nueve años que exigían a sus papis que les pusieran Devuélveme a mi chica o Martha tiene un marcapasos en su fiesta de cumpleaños. Imagino que a ningún papá o mamá le hubiera gustado poner en algún cumpleaños de sus hijos, menores de edad aún, alguna canción con una letra del tipo: no puedo, no puedo, seguir maquinándome (masturbándome, en realidad).

Al igual que en el año anterior, en 1987, Radio Panamericana (antes que sufriera la triste metamorfosis para convertirse en salsera) fue la encargada de realizar la promoción del concierto de Cerati y compañía. Las 24 horas del día su programación estaba inundada por especiales de veinte minutos con la música del trío argentino, y eso que el grupo sólo contaba con tres discos en su haber. Fue un bombardeo incesante que al final tuvo buenos resultados.

El Club de fans
Semanas antes del recital, la radio de la calle Mariano Carranza hizo una convocatoria a los seguidores incondicionales de la “Trilogía del rock”, para que sellaran su pacto de fidelidad con el grupo. En el mismo local de la radio, uno se podía inscribir y luego recabar el carné oficial que nos convertiría en socios privilegiados del club de fans de Soda Stereo. Como una cortesía del auspiciador, cada uno de los nuevos integrantes oficiales del Clan de Soda pasaría a la cabina de la radio para ser entrevistado y su voz ser escuchada por miles y miles de radioyentes en todo el país. Allí estuve yo, entonces, a punto de ser entrevistado por el entonces principiante, Ricardo Claros, quien fue el gran propulsor de mis 15 segundos de fama en la radio:

RC: ¿Cómo te llamas?
A: Angel.

RC: ¿Cuántos boletos has comprado Angel?
A: Dos, para las dos presentaciones en Lima.
RC: ¿Dos boletos? Eso sí que es ser fan.

RC: ¿Qué canción de Soda Stereo te gusta más?
A: Persiana Americana. (Ahora me gusta En la ciudad de la furia, la mejor de todas)

Luego Ricardo pasó el micrófono a otro chico que estaba parado a mi lado. Mientras Ricardo le hacía las mismas preguntas, el chico mostraba ante un monitor de tv que estaba apagado, muy orgulloso y con una sonrisa de oreja a oreja, sus boletos y su carné de fan, pensando seguramente que su rostro estaba saliendo por televisión. Por supuesto que dentro de la cabina nadie le dijo nada, pero al salir oí unas sonoras carcajadas que se entremezclaban con las tiernas melodías del Trátame suavemente.

Pese a que el carné no tenía ni mi nombre ni mi edad (nos dijeron que uno mismo tenía que llenar esos datos), me sentí muy feliz de pertenecer al clan de Soda Stereo. Sin embargo, al poco tiempo, el amor (o no sé que sería) me empujó a obsequiar ese carné a una chica con la cual yo quería estar, aunque ella me había confesado que amaba a muerte a Gustavo Cerati. Por supuesto que la misión de “caerle” era suicida y tenía yo todas las de perder, porque de Cerati yo no tengo nada, salvo el hecho de que ambos somos varones. Y bueno, empeñado en seguir esta aventura, para su cumpleaños le regalé el tan valioso carné de fan de Soda Stereo, junto con un casete que tenía grabado el recital que había dado el grupo en Lima, un año antes. Con el tiempo, ni logré convertirme en su enamorado, ni sé lo que ella hizo con el carné. Sólo sé que ahora ella está casada, tiene tres hijos, sigue viviendo por mi barrio y baila y goza al son de Néctar, Agua Marina, y, a veces, al ritmo de Daddy Yankee o Tego Calderón que sus hijos la obligan a bailar. Ah! y de buena fuente sé que le interesa un carajo que Soda Stereo vuelva a Lima. Cuán ciego y sordo es el amor a los 17 años.

(Continuará…)
Nota: No es que después de 20 años, haya obtenido el carné del club de fans de Soda Stereo de manos de mi musa adolescente. La imagen que ven es cortesía de un amigo que sí supo conservar y aquilatar un gran recuerdo de la época.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Dale una oportunidad al ruido

Yoko Ono, la septuagenaria viuda de John Lennon, cedió los derechos de grabación del legendario álbum Imagine, para echar a andar la iniciativa de Amnistía Internacional denominada Make Some Noise (Haz algo de ruido), que busca proteger a aquellas personas a las que se les niega la libertad, la justicia y la igualdad.

En el portal de Amnistía se pueden escuchar fragmentos de canciones del finado ex beatle interpretados por artistas, que han grabado los temas a su modo y estilo. Avril Lavigne suaviza aún más el himno Imagine; Duran Duran y U2 imprimen su toque personal a Instan Karma; Steven Tyler y Aerosmith se lucen en un contrapunto de reagge junto a los Sierra leone’s Refugee All Stars con Give Peace a Chance, Green Day con una excelente versión de la siempre bienvenida Working Class Hero, y muchos otros grupos y solistas de todo el orbe.

La campaña no es reciente (fue lanzada el año 2006), pero si aún no has escuchado estas excelentes versiones lennonianas o, mejor aún, piensas que la música puede hacer un poquito de ruido para reflexionar sobre las injusticias y los abusos diarios que se cometen en este mundo, entra a la página de Amnistía; suscríbete o compra cada uno de los temas que se ofrecen. Loable iniciativa y agradable sonido, más que todo.


sábado, 21 de abril de 2007

¿Quién es Billy Shears?

Muchos cerebros siguen combustionando en su afán por desentrañar el misterio sobre quién es realmente the one and only Billy Shears. Lo digo porque, a cuarenta años del lanzamiento del Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band (abril de 1967), millones de beatlemaníacos en todo el mundo continúan aún tras el rastro de este personaje tan tarareado pero de origen incierto; preguntándose, cual si fuera el eslabón pedido, si existió en carne y hueso, si fue un personaje ficticio o, a lo mejor, se trató de un mensaje cifrado que los Fab Four enviaron al mundo para dar a conocer, en su particular estilo, que algo grande había pasado con ellos.

Una de las tantas versiones controvertidas acerca de la existencia de Billy Shears tiene que ver con otra discusión mucho más enrevesada y disparatada (pero comercialmente eficaz), como es la supuesta muerte de Paul McCartney, -según dicen- meses antes de iniciarse las grabaciones del Sergeant Pepper’s (noviembre de 1996), en un terrible accidente automovilístico, del cual quedó completamente desfigurado e irreconocible.

Como es de suponer, tras la inesperada desaparición de Paul, la pena invadió a los otros beatles, pero lejos de publicitar su congoja ante sus millones de fans, siguieron los consejos de su casa discográfica -que dicho sea de paso, tenía mucho que perder con un beatle menos- y decidieron ocultar y maquillar el asunto, organizando un entretenidísimo concurso para encontrar al doble de Paul. Según cuentan, un tal William Campell, hasta ese momento un ilustre desconocido que laboraba en la policía canadiense, ganó el certamen por su extraordinario parecido con Paul. Pero aquí viene lo más insólito (e inexplicable): Campbell, el ganador, no sólo era idéntico físicamente a Paul, sino también (o maravillosa coincidencia) cantaba como Paul, tocaba el bajo como Paul y, cáiganse, componía silly love songs como Paul.

Lo curioso, según los entendidos más suspicaces, es que el resultado del concurso de marras nunca se hizo público, por lo que el nombre de Campbell se mantuvo en el anonimato por largo tiempo hasta que los sucesivos hallazgos que perseverantes beatlemaníacos fueron encontrando en las letras de las canciones de los Beatles, lo hicieron salir de su escondite para alimentar más y más la leyenda negra que perdura hasta el día de hoy sobre la supuesta muerte de McCartney.

El único y auténtico Billy Shears
Uno de esos hallazgos que demostraría la hipótesis acerca de la muerte de Paul se encontraría en el primer surco del Sergeant Peeper’s. La primera canción, homónima del nombre del LP, es considerada como la presentación en sociedad de William Campbell, aunque oculto bajo el seudónimo de Billy Shears. ¿Cómo así? Acudamos a la misma letra de la canción que dice: so let me introduce to you, the one and only Billy Shears (así que déjame presentarte, al único y auténtico Billy Shears). Bastaría con un elemental análisis para saber que Billy, al ser apócope de William, es en realidad Campbell, aunque eso no probaría nada y dejaría todo en el aire. El asunto espinoso viene luego con el apellido Shears, cuya pronunciación es similar al inglés here (aquí), por lo que, jugando con las palabras nos topamos con la siguiente construcción: Billy’s here o Billy está aquí o William está aquí (y llegó para quedarse). ¿Loco no? Demasiado bueno para ser verdad.

Pero ahí no acaba todo. Muchos han percibido que la segunda canción del Sergeant Pepper’s (With a little help from my friends), es una especie de himno de agradecimiento y esperanza para un futuro mejor del tal William Campbell, en la cual éste solicita una ayudita de sus amigos (John, George y Ringo), para ejercer su rol de Paul con éxito y encajar en el engranaje de la maquinaria musical beatlesca que, en esa época, se tornaba imparable.

Ringo Shears
Otra explicación, más terrenal y creíble si se quiere, sobre Billy Shears surge otra vez del mismo Paul (el vivo, no el muerto) al terminar de definir la idea conceptual del Sergeant Pepper’s como un disco que rompería esquemas y borraría con lo hecho hasta el momento por el grupo. Su idea, además, era que los Beatles adoptaran una nueva identidad -metafóricamente hablando, por supuesto- en la Banda de los Corazones Solitarios, como una forma de desprenderse de la imagen de niños bonitos y formales con los que eran identificados hasta ese momento.

Como toda agrupación necesita de un líder, la Banda de los Corazones Solitarios eligió a un personaje ficticio, Billy Shears, para que sea su director de orquesta. Mimetizados ya en esta banda, Lennon y McCartney pusieron entonces su inspiración en ristre y armaron la canción que daría nombre al disco, pero con un final pletórico de aplausos y con sus voces en coro presentando a Biiiillyyy Sheeeaaars!!, dando paso inmediato a la voz de Ringo Starr interpretando With a little help from my friends, por lo que se deduce que Billy Shears, en realidad, fue creado para ser encarnado por el talentoso e infravalorado Ringo.

jueves, 19 de abril de 2007

Una “rata” muy humana y sabia


El siempre desaliñado pero archiquerido (sobre todo en Africa) Bob Geldof, aquel de la voz plañidera de los “Boomtown rats”, antihéroe protagonista del film “The Wall” y precursor de los Live Aid, se ha propuesto ahora, a sus casi 53 años de edad, elaborar una especie de “mapa gigante de la humanidad”; ambiciosísimo proyecto que estará contenido en una base de datos multimedia, online y, lo mejor de todo, de acceso gratuito.

¿En qué consiste esta nueva y genial locura de Geldof? Nada menos que en el llamado Diccionario del Hombre, nacido de la mente prolífica de este casi candidato a Premio Nobel de la Paz (1985), que consistirá en un registro completo de la historia de la humanidad, en la cual estarán presentes los hechos más destacados del mundo, así como la diversidad de los seres humanos que habitamos este roído planeta.

Para emprender este titánico proyecto, el fundador del Live Aid se ha asociado con la cadena británica BBC, cuyos directivos calificaron la iniciativa como “un proyecto antropológico sin precedentes”, que buscará integrar en un solo sitio infinidad de películas, fotografías e historias ligadas a la antropología, filosofía, teología, economía y las artes.

Pero no se piense que esta idea se mantiene aún encerrada en las cuatro paredes del cerebro de Bob. El mismo, en persona, acaba de presentarlo en la feria comercial de productos audiovisuales y digitales MIPTV/MILIA, en Londres, Inglaterra. “Supongo que en cierta manera también estamos construyendo el album familiar de fotos familiar del mundo” sostuvo.

El siempre afanoso Geldof afirmó que dentro de seis meses los cibernautas ya podremos tener acceso a una parte de esa grandiosa información en forma gratuita, aunque -aclaró- no será posible escaparnos de la, muchas veces, nongrata publicidad, que ayudará a mantener con vida el proyecto.

Tiembla Wikipedia, que ya viene una nueva versión de la Enciclopedia Británica al ritmo de “I don’t like mondays”.
Fuente: Agencias, Clarín de Argentina
Foto: BBC

miércoles, 18 de abril de 2007

Back to the present

Aquí estoy, de vuelta al presente, luego de una breve estancia por parajes pretéritos, sin computadora ni internet. Confieso que no tener estas dos cosas, aunque por corto tiempo, me provocó un síndrome de abstinencia que afectó ligeramente mis cabales. Imagínense: llegar a la casa por las noches y no poder sentarse frente a la PC para volar por los confines del cyberspace, porque la pobre se encontraba internada en la UCI de un cirujano informático, es realmente frustrante. Sin embargo, pese a la desazón, el breve periodo de ausencia me hizo pensar de que también es bueno darse un saltito mental por el pasado, de vez en cuando. Entonces la vida era un poquito más tranquila que ahora, sin la más mínima idea de lo que significaba la realidad virtual, con tus cuatro estaciones de televisión abierta que te ayudaban a conocer el mundo y tu máquina de escribir Olivetti (de tu viejo, por supuesto); alejado del estrés que significa hoy tener que trabajar para pagar las cuentas mensuales del cable o el speedy, y sin vivir la desagradable experiencia de levantarte una mañana de esas y encontrar a tu CPU sin pulso. En fin, ya que el retiro momentáneo sirvió para recargar las baterías, en unos cuantos días renovaremos la página con nuevas y mejores notas, en donde, como siempre, hablaremos de aquellos que en su momento produjeron el mejor rock de todos los tiempos.

viernes, 16 de marzo de 2007

Joe Calling, desde el otro mundo

Aun cuando no sabemos en qué mundo se encuentra, supongo que al gran Joe Strummer le hubiese encantado levantar el fono y llamarnos desde un rincón del purgatorio, rememorando su prédica contestataria y revoltosa cuando lideraba la banda punk británica The Clash.

La llamada de Strummer sería para avisarnos sobre el estreno de un largometraje sobre su vida titulado Joe Strummer: The Future is Unwritten, frase extraída del legajo personal del famoso guitarrista, y que está dirigido por Julien Temple, artífice del no menos famoso documental The Great Rock ‘n Roll Swindle; filme que notificó el deceso artístico de los ultraimpopulares, pero legendarios al fin, Sex Pistols.

Tal como sucede con las cintas biográficas sobre malogradas estrellas de la música, este documental contiene material inédito sobre la vida de Strummer, así como de su etapa más radical y prolífica al lado de los otros Clash: Mick Jones, Paul Simonon, “Topper” Headon, Tory Crimes y Keith Levine.

En el filme, Strummer asoma la cabeza desde su tumba y enciende la voz para conducirnos por sesiones de grabación en estudio, entrevistas en la BBC, multitudinarios conciertos, pero también por algunos pasajes de su infancia y su decadencia musical.

Su narración está acompañada por opiniones de personalidades como Martin Scorsese, Bono, Red Hot Chili Peppers y, por supuesto, Mick Jones, su viejo compañero con quien compuso verdaderos himnos a la reivindicación social y contra el sucio orden vigente de finales de los 70 y comienzos de los 80, como London Calling, Sandinista, Train in vain o White Riot, esta última tildada, equivocadamente, de fascista.

El estreno del documental se realizará, dónde si no, en el Reino Unido, el 18 de mayo, aunque la cinta ya fue proyectada en el reciente Festival Sundance, en enero.

Joe Strummer nació en Ankara, Turquía, el 21 de agosto de 1952, bajo el nombre de John Mellers. Su deceso se produjo el 22 de diciembre de 2002, debido a complicaciones cardíacas, en Somerset, en su adoptiva Inglaterra.

Durante su época más “contra”, como cabeza de The Clash, Strummer arremetió con dureza contra los clásicos de los 60 (llámese The Beatles, Rolling Stones o Elvis), acusándolos de haber traicionado el ideal del rock, y, además, satirizó el ideal hippi del “peace and love” con su canción Hate and war. Sin embargo, ello no le resta méritos para que el célebre “rascacuerdas”, merezca un volumen especial en la enciclopedia de las celebridades del rock de todos los tiempos.

Foto: http://www.joestrummer.com/

miércoles, 14 de marzo de 2007

El lado brillante de la música: Waters bajó la luna al suelo limeño

Empecemos por decir que a partir del 13 de marzo de 2007, nuestra querida capital dejó de ser la tres veces coronada villa, para convertirse en la cuatro veces coronada ciudad, luego del grandioso despliegue de música, luces, sonido y efectos especiales que Roger Waters exhibió en una histórica jornada que ninguno de los que asistimos olvidará por muchos años.

Todo lo que sucedió esa noche fue novedoso, nunca antes visto ni vivido. Hasta la hora del inicio del concierto fue desacostumbrada para una ciudad, por lo general, tardona y muy dada a hacer las cosas a “ultima hora”. Pocos minutos antes que dieran las nueve de la noche, hora programada para dar inicio al espectáculo, muchos caminaban a paso lento, despreocupados, por los alrededores del Monumental; unos reencontrandose con viejos amigos, otros echándose encima unas chelas o una que otra hierba y no pocos intentando abrirse paso con sus autos entre el caótico tráfico que se armó a pocas cuadras del estadio de la U. Sin embargo, como buen inglés, Waters ordenó que la luna empezara a brillar y tomara de rehén al cielo limeño a las 9 en punto. Fue en ese momento que a unos cuantos kilómetros a la redonda, se pudo observar perfectamente cómo las luces rojas que brotaban de los gigántescos reflectores ubicados arriba del escenario, empezaron a crear una perfecta armonía con las primeras notas del In the Flesh.

Los gritos desaforados y el “hello Lima, buenas noches” de Waters, provocaron que por las afueras del recinto la gente empezara a correr despavorida hacia las puertas de acceso a las tribunas, como si estuvieran huyendo de una balacera o de un tsunami. Pero no, todos se dirigían al ojo del huracán que estaba a punto de causar estragos en las casi 15 mil almas que se dieron cita esa noche inolvidable.

Como dije antes, el show se abrió con In the flesh, continuó con el suave guitarreo de Mother, para después alcanzar uno de los tantos momentos cumbres de la noche con Shine on you crazy diamond, canción que estuvo acompañada por una secuela de imágenes del “diamante loco” y fundador de Pink Floyd, Syd Barret. El show siguió con The Final Cut y luego volvieron a encenderse los ánimos con el ruidosamente coreado Wish you were here.

Hay que decir que, pese a sus 62 años, la voz de Waters mantiene su fuerza y coherencia juvenil, pues respeta los tonos bajos y aún los más agudos en cada interpretación; aunque hemos de reconocer también el notable apoyo que recibe de las tres coristas y los otros integrantes de su banda, entre los cuales figuran su hijo, luciéndose en los teclados, y dos guitarristas que tratan de imprimirle sus propias huellas digitales a los riffs del recordado David Gilmour, intentando que cada versión original conserve su pureza y genuinidad.

Si bien es ampliamante conocida su opinión con respecto a la política internacional, Waters exhibió ante todos su propuesta antibélica, clavando certeros cuchillazos musicales en las anchas caparazones de George W. Bush, primero, y luego de un tal Tony, que no era otro que Tony Blair. A Bush, en especial, le dedicó varios minutos de su show y le encaró a través de Leaving Beirut “la cagada de educación que debe haber recibido de niño en su Texas natal”. En ese instante, el público secundó la posición de Waters y respondió con un sonoro rechazo al mandatario del país más poderoso del mundo. El lado más político e insurrecto de Waters se prolongó con la memorable The Fletcher Memorial Home, acompañado por la proyección en la pantalla de un video en el que aparecieron los retratos de los más infames personajes de la historia de la humanidad como Hitler, Stalin, Pinochet, Mussolini, Osama Bin Laden, entre otras “joyitas”, poblando los sucias paredes de un hospital psiquiátrico. Para culminar, Waters se destapó con una magistral interpretación de Sheep, del album Animals, momento en el cual un gigántesco cerdo cobró vida y sobrevoló el cielo limeño lanzando mensajes alusivos nuevamente a Bush y contra los muros que separan, en clara alusión a los tantos muros que se construyen en el mundo, pero también salpicando al contexto nacional con una frase contundente: “Todos los peruanos somos iguales. No a la discriminación”.

Tras una pausa de quince minutos, Waters y compañía reaparecieron en el gigantesco escenario para dar inicio al eje central de la noche: la plasmación en vivo de los nueve temas del celebérrimo The Dark Side of The Moon, impulsando a la gente, a medida que intepretaba cada canción del album, hacia un nivel de clímax inimaginable. Por encima del escenario se posesionó una pirámide que disparó coloridos rayos láser al público que, a esas alturas, no cabía en su éxtasis, y respondía con alaridos como si se se tratara de una aparición celestial. Por nuestros oídos pasaron Brain damage, Money, The great gig in the sky, Eclipse, y todas aquellas piezas brillantes que forman parte de esa piedra fundamental a la que, personalmente, considero como el disco más grande de toda la historia del rock, en todas sus manifestaciones.

El tiempo seguía avanzando y se eternizaba cada vez más. Como no podía ser de otra manera, vino luego Another brick in the wall, elegía que encumbró la noche hasta alcanzar una inapelable conmoción colectiva. La participación de los niños del Cambridge School de Lima, hay que decirlo también, no fue la esperada, porque ésta se circunscribió a un simple acto de presencia, sin corear el We don’t need no education. En compensación, cada uno de ellos lució un polo oscuro que decía en el pecho “los muros caeran junto a los miedos del mundo”. Fue tanta la algarabía desatada en ese instante, que la sola presencia en el escenario de “los niños de Lima”, tal como los llamó Waters, bastó para simbolizar el compromiso de este genio con las futuras generaciones. El preludio del espectáculo estaba por llegar y cuando la gente coreaba con mayor fuerza “olé, olé, olé...Rogeeer...Rogeeer”, pidiendo que lo vivido hasta ese minuto no terminara jamás, se escucharon las notas del Bring the boys back home, y como broche de oro, el Confortably numb.

El recital acabó cerca de la medianoche. En las afueras del coloso de Ate se sentía algo diferente en el ambiente, como si de pronto los peruanos nos hubiesemos sentido más importantes y orgullosos por haber recibido tan magna visita. De seguro, muchas de las casi 15 mil personas que fuimos testigos de tan maravillosa experiencia amanecimos el martes 13 un poquito más felices que de costumbre. Ahora que venga U2 o Paul McCartney.

viernes, 9 de marzo de 2007

Obituario: muere Brad Delp, primera voz de Boston

Allá por 1986, a los 16 años, oí en la radio una melodíosa canción que, por entonces, había alcanzado el primer lugar en el ranking Billboard, y que llevaba nombre de mujer: Amanda; interpretada por un grupo llamado Boston. En ese momento, tanto Boston como el mismísimo nombre de Amanda me parecieron toda una novedad. Nunca antes en mi vida había conocido a Amanda alguna, ni había oído a Boston en ninguna parte.

La canción, a pesar de ser muy buena, no logró la popularidad que se merecía, puesto que, por esa época, muchos jóvenes ya andaban comprometidos con el rock en castellano, y muchos otros habían sido absorbidos por la salsa y el merengue. Amanda comenzaba muy suavecita, con un juego de cuerdas metálicas desde donde fluía la letra con lentitud y parsimonia hasta que, llegado el clímax, la voz principal despuntaba y destilaba potencia y energía, acompañada de un solo de guitarra que luego descubrí era el sello de distinción del grupo.

A medida que pasaron los años y mi interés “arqueológico” por el rock clásico fue acrecentándose, descubrí otras grandiosas piezas musicales interpretadas por Boston, entre las que destacan: Piece of mind, More than a feeling, Dont´look back, Smoking, y otras estupendas canciones que obtuvieron un gran suceso entre mediados de los setenta y comienzos de los ochenta.

Más de veinte años después de haber escuchado Amanda, en las voces de Brad Delp y Tom Scholz, los líderes de Boston, me entero que Delp, el barbudo cantante y dueño de aquella potente y dorada voz, fue encontrado muerto en su hogar en el estado de New Hampshire (EEUU), a la edad de 55 años.

Con Boston, Brad Delp y Tom Scholz consiguieron integrar sus voces de tan buena forma que amalgamaron unos discos inolvidables que están entre los más representativos del rock clásico. A lo largo de su historia, Boston grabó seis discos de larga duración, cada uno mejor que el otro; no obstante, al margen de su gran aporte musical, el grupo se caracterizaba por la originalidad en cuanto al diseño de las tapas de sus albumes, plagadas de imágenes interplanetarias, en donde las naves espaciales y platillos voladores surcaban el espacio o le daban una vuelta al globo terráqueo.

En los últimos años, tras su aventura con Boston, Delp formó un grupo bautizado como RTZ, con el cual obtuvo mediana resonancia. En 1994, Delp formó Bettle Juice, agrupación tributo a los Beatles, los mismos que, según él, constituyeron su mayor influencia musical. Sin embargo, Delp y Scholz se juntaban eventualmente como Boston para realizar presentaciones musicales, como aquella última que se llevó a cabo en noviembre de 2006, en el Salón Sinfónico de Boston, en el estado de Massachusetts.

Hasta siempre Brad Delp!!!!

miércoles, 28 de febrero de 2007

Revuelta en La Policía

Aunque hayan anunciado con bombos y platillos la vuelta a los escenarios y se siga hablando de su exitoso último show en la entrega de los premios Grammy, el líder de la banda The Police admite que se siguen peleando cada vez que se juntan a tocar.

" En cuanto Stewart, Andy y yo nos juntamos y tocamos, vuelan los platos. Incluso hoy en día", dijo Sting en una entrevista con la revista Stern de Alemania.

Incluso 23 años después de la separación de la banda, Sting se pelea con el baterista Stewart Copeland por cuestiones artísticas: "Nos podemos matar por pequeñeces. A veces basta sólo con un acorde para que se arme una gran discusión", agregó.

Cuando a Sting se le ocurrió volver a reunir a la banda, ni sus compañeros ni su esposa lo tomaron en serio: "Creo que hasta mi mujer pensó que estaba loco", dijo el cantante.

Copeland agregó: " Cuando me llamó Sting primero pensé que me estaba tomando el pelo". El trío no grabará nuevas canciones. Primero deben estudiar las viejas canciones para la gira mundial, lo que les representa un nuevo problema: "Sting se olvidó hace tiempo de muchas de las viejas letras", comentó Copeland.

La gira de The Police comienza el 28 de mayo en Vancouver, Canadá. El domingo pasado, tocaron juntos por primera vez desde 1984 en la entrega de los premios Grammy.

Fuente: DPA

miércoles, 21 de febrero de 2007

Van Halen salta al ruedo otra vez

A lo mejor eso de “saltar” suene como un gancho al hígado para muchos incondicionales del grupo, teniendo en cuenta de que Jump (del 1984), es posiblemente una de las dagas que Van Halen infligió mortalmente a su música, llevado por ese afán marketero y comercial que persigue (y alcanza) a muchos grupos que nacen buenos, pero que se corropen en el “star system”.

Y créanme, estoy de acuerdo con aquellos que piensan así, pero no encontré otro titulo más llamativo para dar a conocer el regreso (una vez más) de este legendario grupo californiano, conformado hoy por un sobreviviente del cáncer, Eddie Van Halen, su hijo Wolfgang, su hermano Alex, y, cómo no, la figura poderosa y siempre escandalosa de un envejecido David Lee Roth, imagen de ese Van Halen de los años setentas.

Y claro, si no es por Dave, pues dónde está el chiste. Curioso porque si se trata de destacar un regreso triunfal, no se crearía tanta expectativa ni se hablaría tanto si Sammy Hagar (ex cantante) o el mismísimo Michael Anthony (ex guitarrista), decidieran pegar la vuelta a su “alma matter”. En fin, como casi todo el managment de estos días, la gente está dispuesta a invertir millones por ver de nuevo a dos (ex) enemigos en el escenario.


Golpes, escupitajos y fuckings de por medio se confirmó entonces que David volverá al lado de sus viejos colegas de Van Halen. Dicen que el arreglo se concretó el pasado diciembre en el estudio de Eddie y que, por obra y gracia de las buenas voluntades de ambos, sumado a unas cuantas hectáreas de botellas de cervezas y otras hierbas santas, comenzaron a planear su debut en los escenarios como en sus mejores años. Como no podía ser de otra manera, el website Billboard.com, informó que los viejos colegas y grandes enemigos íntimos ya concretaron cerca de 40 recitales dentro de Estados Unidos.

Por los hijos...todo
En una entrevista con la revista Hit Parader, Eddie Van Halen explicó que su “romance” con el viejo David renació por iniciativa de su hijo Wolfgang, actual bajista de la banda. Así es como, según Eddie, su “pequeño” Wolfie le dijo un día que amaba los viejos temas del grupo y que serían fáciles de aprender y muy divertidos de tocar. Eddie, embriagado de emoción por el inesperado homenaje de su primogénito, obligó practicamente a su hermano Alex para que llamara al hasta entonces olvidado David. Lo llamaron, intentaron convencerlo, y finalmente lo lograron, previos acuerdos legales con abogados sobre derechos de “esta es la mía, esta es la tuya”.


Y así, como en un cuento de hadas, el retorno se dará en un momento en el que el grupo está ad portas de ingresar al hall of fame del rock and roll, aunque no se habla todavía de un futuro disco, porque todo hace pensar que, como en anteriores ocasiones, este amiste tenga la duración de una de las canciones más populares y malas del grupo: Jump.

viernes, 16 de febrero de 2007

Los mejores covers del rock

Todos, pero absolutamente todos: solistas, dúos, tríos, bandas y superbandas grabaron alguna vez un cover; unos sonaron bien y quedaron en los oídos de varias generaciones; otros en cambio, quedaron ahí nomás, como un buen (y muchas veces pésimo) intento. Pero de estos últimos hablaremos en otra oportunidad.
En su momento, grandes como los Beatles grabaron Twist and Shout, canción que en voces de los archidesconocidos Top Notes y luego de los consagrados Isley Brothers no trascendió mayormente. Inclusive en sus siguientes LP’s, Lennon y compañía no dejaron de grabar viejos pero desconocidos temas, como una forma agradecida de homenajear a quienes les ayudaron a dar sus primeros pasos en la música.
Otros que se colgaron de esta onda fueron los mismos Rolling Stones, quienes se dieron a conocer con una buena versión de I wanna be your man, que pasó de ser una simpática canción del álbum A Hard Day’s Night, gracias a la voz nasal de Ringo Starr, a ser una pieza de colección, muy apropiada para la desadaptada voz de Mick Jagger.
La cantidad de covers grabados a lo largo de la historia del rock es innumerable y la discusión sobre cuál o cuáles son los mejores aún más infinita. Entre los artistas cuyas canciones han sido grabadas muchas veces (y en algunos casos, masacradas) se cuentan a Elvis Presley, Bob Dylan y David Bowie. Aunque quien ostenta hasta el momento el record de covers son los Beatles, mejor dicho, Paul MacCartney, y su Yesterday, con más de 13 mil versiones existentes.
A continuación, basados en la humilde opinión de este servidor, así como en sondeos, tanto a gente entendida como a ilustres “desorejados”, elaboramos una lista de los mejores covers de la historia. Ahí van:
With a little help from my friends, Joe Cocker: Muchos de los que escucharon por primera vez esta canción, ni siquiera imaginaron que formaba parte del puñado de grandes canciones del Sergeant Pepper’s...de los Beatles. En lo particular, pienso que es el mejor cover de la historia. Fuerza y pasión descargados a través de la aguardientosa voz un Cocker inspirado en una tarde lluviosa en Woodstock,1969.

Black Magic Woman/Gipsy Queen, Santana: Este es una caso peculiar en el que se puede decir que que el “hijo” encontró a su verdadero “padre”. En efecto, el estilo melancólico que el talentoso Peter Green imprimió al parir esta canción, fue superado por el estilo latinamente portentoso del eximió guitarrista mexicano en la mejor época de su carrera.

The man who sold the world, Nirvana: Extraordinario homenaje al gran Bowie, en la voz de un genial pero inconforme Kurt Cobain pocos meses antes de su muerte.

I heard it through the grapevine, CC Revival: Notable y amplísima versión rockera de una canción, que vio la luz como un emblema del R&B sesentero. Anteriormente, había sido grabada nada menos que por Gladys Knight y Marvin Gaye y también, ambos, la habían convertido en número uno.

All along the watchtower, Jimmy Hendrix: Para muchos el mejor cover de la historia del rock. Original del gran Bob Dylan, esta canción representa el himno de toda una época de guerras, drogas y cambios sociales y políticos en el mundo. La versión moderna de U2 es bastante rescatable, sobre todo por los talentosos dedos de The Edge.

Nothing compares 2 U, Sinead O’Connor. El gran Prince no pensó que la enésima canción que compuso a la memoria de su madre, alcanzaría la gloria gracias a la prodigiosa voz y talento teatral de la siempre insurrecta señora O’Connor.

Otros covers memorables:

I shot the sheriff, de Eric Clapton, original de Bob Marley.
Pretty woman, You really got me, de Van Halen; originales de Roy Orbison y The Kinks, respectivamente.
Dear Prudence, de Siouxie and the Banshees, original de The Beatles.
Satisfaction, de Devo; original de The Rolling Stones.
Everybody’s got to learn sometimes, de Beck; original de The Korgis.
Tainted love, de Soft Cell; original de Gloria Jones.
Mr. Tambourine man, de The Byrds, original de Bob Dylan.
Knocking on heaven’s door, de Guns n’ roses; original de Bob Dylan.
The Passenger, de Iggy Pop original de Souxie and The Banshees.
Word Up, de Korn; original de Cameo.
Easy, de Faith no more; original de The Commodores.
Red red wine, de UB40; original de Neil Diamond.
Jolene, de The White Stripes; original de Dolly Parton.
Helter Skelter, de U2; original de los Beatles.
Little wing, la abundancia de covers de esta canción, desde Sting hasta Stevie Ray Vaughan, pasando por Pearl Jam, han hecho de este clásico de Hendrix uno de los más notables de la historia.

viernes, 9 de febrero de 2007

Un zapato para David Byrne

Un viernes cualquiera. Estoy cómodamente sentado frente a la “compu” y me topo con una noticia acerca del gran David Byrne, amigo y socio musical de nuestra “Susan Cow” (Susanita Baca) y gran cultor de rock-fussion; sí, ese experimento que recorre el mundo para cruzarse (en algunos casos prostituirse) con cuanto ritmo halle en su camino.
Esta vez al gran David no se le ocurrió mejor idea que “homenajear”, en su particular estilo, a Imelda Marcos, exquisita coleccionista de zapatos y ex esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos; político rufián que se gastó parte de su mal habida fortuna en comprarle miles de pares zapatos a su mujercita quien, dicho sea de paso, no estaba nadita pero nadita mal en los años sesentas, cuando fue desairada públicamente por Los Beatles, al negarse éstos a visitarla en su palacio. Cuentan que la -en ese entonces- guapa pero derrochadora Primera Dama, no aceptó ese vil trato y puso a todos los filipinos contra los Beatles, quienes tuvieron que salir volando de las islas.
En fin, esa es tan sólo una perlita de la viuda de Marcos, a quien en esta ocasión Mr. Byrne revive para rendir “tributo”. Sin embargo, dice el cable que esta vez las cosas no fueron del todo positivas para el ex Talking Heads, y que “la serie de canciones inspiradas en la vida de Imelda, no consiguieron que la crítica neoyorquina se pusiera de acuerdo”. Es decir, aplausos a rabiar de algunos críticos fans, palmas tibias de otros menos blandos, bostezos en la parte central y uno que otro sílbido desde la galería.
“Para The New York Times -dice el cable-, el concierto (de Byrne) en el Carnegie Hall resultó una actuación cuya rareza crecía por momentos, y asegura que la mejor parte fueron las irónicas palabras con que Byrne presentó los temas”.
“La revista Time, sin embargo, alaba la interpretación que Byrne realizó de veinte temas extraídos de su próxima producción multimedia sobre la vida de Imelda Marcos, 'Here lies love' (Aquí yace el amor)”.
Sigue el cable: “Aunque The New York Times destaca el potencial del montaje ideado por Byrne y que cuenta con el sello musical del disc-jockey británico Fatboy Slim, no acaba de aprobar una interpretación que empezó 'estática y fría'”. Gulp!!!
”Acompañado en el escenario por dos cantantes, una banda rock y una pequeña orquesta, Byrne interpretó unas canciones en las que recoge, entre otras peculiaridades, las lujosas visitas que Imelda Marcos hacía a Nueva York, donde era una asidua al mítico club Studio 54”.
Me imagino que a Byrne le deben llegar a los nudillos de las zapatillas todas estas críticas, teniendo en cuenta la larguísima y exitosa trayectoria que tuvo con los Talking Heads, quienes de la mano (y el cerebro del gran David) siempre fueron a contracorriente e hicieron música que nadie se hubiera atrevido a pensar siquiera. Mi estimado David: no siempre se logra contentar a todo el mundo, tú bien lo sabes. En todo caso, si te afectaron las críticas, míralo por el lado amable: alguien, desde alguna parte del mundo, te agradecerá el “homenaje” enviándote un par de finos zapatos de colección para tu novia de turno.

Fuente: Terra, Efe

miércoles, 7 de febrero de 2007

"AGUAS" EN LIMA

No. No es que el río Rímac se haya salido de su cauce, porque este no es un blog de desastres (que no es lo mismo a que sí sea un desastre). Lo de “Aguas” lo digo por el autor del disco más grande (y oscuro) de todos los tiempos: Roger Waters. "Aguas" sería la traducción literal de su apellido, aunque si algún día se entera, me imagino la cara de indiferencia que pondrá. Sin embargo, pensándolo bien, lo de “Aguas” le iría bien por su afición al radical OH. Eso quizá está más cerca de la realidad.
Cuando salió la noticia de que Lima estaría incluida en la gira de este maravilloso demente británico, lo primero que a muchos se les ocurrió pensar fue: ¡¡qué mala broma!!...¡¡Una cortina de humo más!!...¡¡Otra vez quieren hacernos los cholitos!!..etc. Menos mal que no fue así. No es que piense que Lima y su gente valgan menos que otras ciudades. Lo digo simple y llanamente porque, muy pero muy de vez en cuando, un peruano de perfil económico mediano y con exquisito gusto musical (me incluyo) tiene la oportunidad de ver, escuchar, apreciar y extasiarse con un músico de esta categoría. Los Rolling Stones, U2, Queen y muchos otros nos vieron desde arriba, en vuelo rasante cruzando nuestro cielo gris.
Al menos por esta vez, ya no miraremos con envidia a Buenos Aires y a Santiago, lugares en donde sí recalan más seguido los “monstruos” MADE IN UK.
Para terminar, ahí les va la gira de Waters por nuestro continente, que se iniciará en México y acabará (como siempre) en Brasil.
Si quieren ver la gira mundial y la chambaza que le espera al “tío” Waters, ingresen a
http://www.roger-waters.com/

Marzo 2
Monterrey, Mexico
Estadio Tecnológico

Marzo 4
Guadalajara, México
VFG Arena

Marzo 6
Ciudad de México
Foro Sol

Marzo 9
Bogotá, Colombia
Parque Simón Bolívar

Marzo 12
Lima, Perú
Explanada Estadio Monumental

Marzo 14
Santiago, Chile
Estadio Nacional

Marzo 17-18
Buenos Aires, Argentina
River Plate

Marzo 23
Río de Janeiro, Brasil
Praca da Apoteose

Marzo 24
Sao Paulo, Brasil
Estadio Morumbi

martes, 6 de febrero de 2007

¿Todo pasado fue mejor?

Musicalmente hablando, SI; el rock de ayer es superior al rock ¿? de hoy. Sólo basta con poner en ristre los tímpanos para escuchar la música que se propala en las radios y la televisión (Q.E.P.D. MTV), para añorar más el rock clásico, sin duda merecedor del calificativo de novena maravilla cultural del universo. Sin embargo, contraviniendo al título de este blog, el rock no es pretérito; es presente y futuro, porque ya sabemos que el rock es inmortal y vivirá por siempre. En cambio, el buen rock, el de estruendosos riffs, el de voces y gritos crudos y puros, el de baterías contundentes y asesinas, el que fue hecho con las últimas neuronas sobrevivientes de cabezas humeantes, ese sí que es pretérito, pertenece a un pasado único, que ya se fue y no podrá ser igualado jamás. Hablo, por supuesto, de melodías inovidables nacidas a fines de los cincuentas, sesentas, setentas y parte de los ochentas, antes que la "mediatización" terminara por encumbrar a "artistas" con muchos flashes, cámaras, portadas y escandaletes de drogas y alcohol, pero con nula creatividad musical. No nos referimos a todos por supuesto, hay unas cuantas excepciones. Empecemos pues a explorar e indagar qué hacen hoy los "masters" del rock, a quienes producen, qué discos famosos están de aniversario, qué canciones volvieron del olimpo musical gracias al cine o la televisión, y qué otras han sido profanadas por seudoartistas que buscan ante todo aplausos y fama.