viernes, 7 de noviembre de 2008

Saturantes hasta la médula

Son canciones que mientras menos las escucho más me gustan. Todas ostentan el récord de haberlas escuchado casi mil veces. Conozco la letra de cada una a la perfección y podría recitarlas a ojos cerrados, con traducción incluida. Ahora que el tiempo ha pasado, todas están descartadas de mi walkman y en las juergas a domicilio sólo las programo a solicitud o rogativa de algún invitado o invitada. Son las rolas más saturantes de mi vida. Pero ojo: una cosa es que hayan sido marginadas y otra olvidadas.

10. I want to hold your hand (The Beatles)
Inoculó en mi torrente sanguíneo el virus de la beatletitis. Por un tiempo pensé que era la única canción de este grupo que, por ese entonces, resultaba una incógnita en mi vida. Hablo del año 81 u 82, no lo puedo precisar. La escuché incansablemente cientos de veces en mi vieja radiograbadora y hasta me aventuré a ponerla en mi fiesta de cumpleaños cuando apagué 12 velitas. Años más tarde, tras ir escarbando en toda la antología beatlesca y descubrir auténticas piezas de filigrana, I want to hold your hand pasó a la categoría musical de PRESCINDIBLE. Méritos le sobran y por eso ha hecho historia, a mi me falta paciencia y santidad para oírla una vez más.


09. I want you to want me (Cheap trick)

“China china china si traes” coreaba esta canción a los nueve años de edad. No recuerdo qué emisora radial la propalaba con más insistencia (creo que era Estación X), pero qué manera de repetirla y repetirla y repetirla… A pesar del bis, el tris y el cuatrís, mi devoción por esta melodía no desmayó y siguió impertérrita. Una mañana cualquiera, ya treintón, la oí en la radio y algo extrañó sucedió: fugué de casa y por primera vez llegue al trabajo temprano. Por fin había encontrado la solución para dejar de recibir “memos” por tardón. El otro día me prestaron el Live At Budokan, disco epónimo de esta banda con feo nombre, y, como me sucede con otros tracks de viejos y clásicos discos, presiono >> y la paso.


08. De do do do, de da da da (The Police)

“La poderosa naturaleza de las cosas simples”, así declaró Sting cuando le preguntaron por la inspirada letra de esta canción. Y no fue sorna lo que respondió, porque The Police apostó por una propuesta musical basada justamente en la sencillez, la mesura y la pureza: ser rockanrollero sin ser rocambolesco. Recuerdo un día de diciembre de 1979, cuando un amigo de mi viejo llegó con este sencillo a casa. Lo escuchamos en el viejo equipo estereo que hoy sirve de base para la TV Plasma. A mi me encantó, pero a mi progenitor no, pues le había dejado de interesar el rock hacía tiempo, así que me legó el 45 RPM como adelanto de herencia. ¡Qué pendeivis! Hoy alabo la trayectoria de The Police, pero prefiero olvidar este De do do…Es buena, pero me da sueño.


07. I was made for lovin' you (Kiss)
Otra del ’79. Los Kids In Satan Service causaban furor a finales de los setentas, más por poseros que por su música, y nadie, en su insano juicio, podía estar ajeno a ello. I was made…fue una de las primeras canciones metaleras que escuché a mis cortos nueve años, aunque ni tan duras a comparación de lo que aparecería en el mítico año 1980: el Back in black, de AC/DC; el British Steel, de Judas Priest, y el Ace of Spades, de Motorhead. ¡Qué música, carajo! Pero esa es otra historia y prosigamos con Kiss. No es que reniegue de esta canción, me sigue gustando, tiene ritmo y vendió millones. Es más, el sticker del sencillo con el sello Casablanca siempre llamó mi atención, pero hoy me llevo mejor con ella de lejitos (como con mi ex y madre de mi hija). La escucho y la disfruto fragmentada desde las ondas de mi memoria y no a través de los oídos. Definitivamente, no fui hecho para amar del todo a esta canción.


06. Ballroom Blitz (Sweet)
Una de esas canciones adelantadas a su época. Cuando la descubrí en 1984 pensé que se trataba de una banda nueva, pero alguien me dijo: “esa canción es antiquísima”. (¡Plop!). Probablemente me sucedería lo mismo si hoy la oigo por vez primera. Su ritmo pegajoso, las voces chirriantes en clave amanerada y las guitarras estremecedoras la han convertido sin duda en un clásico del rock-pop de todas las épocas. Me agrada, le tengo cariño, pero siempre que puedo, escapó de la dulce tentación de escucharla una y otra vez. ¿La razón? Ni pregunten, simple y llanamente, la cancioncilla de marras me saturó.



05 Long cool woman in a black dress (The Hollies)
Caserita de especiales y rankings retro de las radios juveniles ochenteras. Es un temazo, de eso no hay dudas y tengo que reconocerlo. Su letra fue inspirada quizá por las series policiales de televisión muy en boga en los setentas: antes de una redada policial a un puticlub, atestado de drogos, putas y mafiosos, un “raya” observa a la cantante y bailarina (alta y vestido de negro) y queda prendado de ella. En pleno tiroteo, el enamorado defensor del orden protege a la dama de las balas y, tiempo después, hace lo indecible para que quede libre de cargos. Ella le agradece el favor y se queda con él para siempre. Qué lindo, un dulce cuento de Hadas de los bajos fondos. La guitarra de Allan Clarke en el intro es portentosa y lo que más rememoro. Igual, evito toparme con esta femme fatale, para seguir deseándola lascivamente cada día más.


04 The Look (Roxette)
Era 1989, los ochentas llegaban a su fin, el pop ingresaba a su etapa de extinción (el rap venía con fuerza) y yo, andaba en búsqueda de mi destino. La canción pegó en todas partes pero también le dieron con todo acusándola de “reciclaje múltiple” (¿?). En efecto, su “na na na na…” trae a colación el “Land of Thousand dances” de Wilson Ticket y el “Hey Jude” de The Beatles. Otra andanada de ganchos al plexo vino de aquellos que sindicaron al título como copia del “U got the look” del andrógino Prince. Es decir, por todas partes llovieron combos y palos. Pero como buenos suecos, Per Gessle y Marie Fredriksson hicieron caso omiso a las puyas y siguieron pa’lante. Los apoyo chicos, adecentaron una época musical de vacas flacas, les doy eternas gracias por la inspiración Xerox, pero ahora mis oídos me agradecen más por no escucharlos.


03 More than words (Extreme)
El non plus ultra de las baladas románticas noventeras. Inútil tarea la autoencomendada para imitar la guitarra de Nuno Bettencourt. Su pulso maestro resultó difícil de igualar, así que me conformé con recitar las palabras de Gary Cherone. A lo lejos, creo que a la canción le sobran minutos y se me hace un poco sosa, aunque igual no dejo de valorarla como un auténtico one-hit-wonder. Tiempo después de lamer la miel del éxito, Cherone pasó a las filas de Van Halen(¿?) pero ante los renovados escarceos amorosos entre Eddie y David (Lee) Roth, fue expectorado de inmediato. Volvió a casa y hasta hoy sigue con su yunta Nuno tocando esta balada unplugged de extremo a extremo del planeta.


02 Da ya think i'm sexy (Rod Stewart)
Otra que se adelantó a su tiempo. Hoy sería toda una oda al metrosexualismo. Hasta no hace mucho Rod odiaba cantarla en vivo. Decía que recordaba sus épocas de inmaduro y estúpido, cuando se creía un dandy rompecorazones (y lo era en realidad, ¿por qué la modestia, mi estimado Rod?). Hoy, a sus reumáticos sesenta y tres años, con más de media docena de hijos a cuestas, pero siempre del brazo de bellas mujeres, el scottish dice que no tiene problemas en acceder al pedido de sus fans y mandarse con todo. El que sí tiene problemas en escucharla soy yo, así que la prefiero mantener como un buen recuerdo y guardarla en el jukebox encriptado de mi memoria.


01 Dancing with myself (Billy Idol)
Es la número uno porque la considero la más tonera de todas. Es la número uno porque Billy fue el soberano que reinó en todas las fiestas a las que acudí (invitado o no) entre el 84 y el 85. Es la número uno porque me hizo recapacitar acerca de que el placer no sólo estaba en las manos y de que la “virginidad” me podría dar cáncer. Gracias a su estribillo acudí de inmediato a vacunarme con la ayuda de una simpática damita, cuyo rostro tengo grabado en la mente y de quien guardo gratos recuerdos. Pero también es la número uno porque fue la primera que incluí en la lista de marginadas. Insisto, la canción es buena, pero ni bien oigo el intro de Steve Stevens, cambió de dial, me alejo del lugar o me bajo de la combi. Es muy extraño e inexplicable este fenómeno. ¿Acudo a un psiquiatra?

Continuará...

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Lo de Duran Duran fue un "faenón"

Esperé cerca de un cuarto de siglo para verlos en vivo y en directo. Veinticinco años que se fueron volando. ¿A quién debemos el milagro: a los audaces empresarios peruanos o a la mujer de Roger, paisana nuestra, que lo convenció para que convenciera al grupo de venir, so pena de dejarlo hambriento de sexo y amor por una larga temporada?

Ya no interesan las razones porque anoche por fin los tuve frente a frente. Admito que a las 8 y 40, ni bien se encendieron los reflectores y el escenario se tiñó de rojo, sentí el mismo entusiasmo adolescente que cuando compré el lp Arena en la desaparecida Discotienda Héctor Roca, en pleno jirón de La Unión, una tarde de octubre de 1984. Ese disco aún lo conservo de milagro, pese a mis cientos de mudanzas.

Sorprendió el buen estado de la voz de LeBon, lejos de aquellas afrentosas performances con voz "granjera" (por los gallos, gallinas y pollos). Roger Taylor estuvo en lo suyo. Nick Rhodes, magistral con el sintetizador que condensa el sonido "new-wevero" del grupo. Pero quien se llevó las palmas fue John Taylor y su "fuckin' bass".
!Extraordinario¡, simplemente.

Casi seguro que el 90% de los asistentes esperaba con ansiedad contenida escuchar las canciones clásicas del grupo, y, por supuesto, se salieron con su gusto: El repaso se inició con “Planet Earth”, luego continuaron “Hungry like a wolf”, “Save a prayer” (espléndido intro y final), “Is there something I should know” y “The reflex” (brillante, aunque sin la catarata resplandeciente del video).

Pero sin duda, las mejores tocadas fueron: "Notorious", "Serious" (impecable), "Wild boys" (contundente), "A view to a kill" y "The Chauffeur" (ambas con el alucinante teclado de Rhodes), "Girls on film", "Come undone", "Ordinary World" (irresistible), y, para cerrar, "Rio" (la más reclamada).

El repertorio se completó con canciones del "Red carpet massacre" ("The valley", "Red carpet massacre", "Nite Runner", "Falling Down" y "Skin Divers"), del "Thank You" ("White Lines"), del "Big Thing" ("I don't want your love") y del "Astronaut" ("Sunrise" y "Nice"). Todas de una etapa en la que el grupo rasgaba los charts sin lograr asentarse en el gusto masivo. Ello no le quita, por supuesto, la calidad musical de alguna de ellas, en especial las del "Astronaut".

Para mi gusto, las grandes ausentes fueron: "Careless memories", "New moon on monday", "Violence summer", "Union of snake" y "Electric barbarella". Ni modo, no se puede tener todo en la vida.

Lo poco grato: no es que sea fan ni nada por el estilo, pero si la gente reclama más espectáculos de este porte, debería justificar el esfuerzo con una mayor asistencia. Lo de ayer no fue lleno total, muchos vacíos. La reventa alrededor del Monumental de Ate barateó a sus anchas las entradas VIP (de precio real 150 soles) y las de Cortesía a tan sólo 20 ó 15 lucas. Y todavía quedaron muchas sin venderse.

Otra más: entre canción y canción, la multitud se quedaba paralizada y fría: ni aplausos ni gritos ni "otra más, otra más". Se notó que faltaron los stands cheleros.

La última: el guitarrista es bueno pero se siente la ausencia de Andy Taylor, tanto en las cuerdas como en presencia. Take it easy man...tu momento está por llegar.